Tenía
ganas de leerme el segundo volumen de la trilogía de Dolores Redondo, sabía que
la lectura del libro me iba a enganchar, que estaría buscando el momento para
cogerlo y leerlo con ganas. Sin duda, el leer un libro sin que nos pesen los
párrafos y las hojas, por no decir las líneas, es sinónimo de calidad,
y El legado en los huesos la tiene. De nuevo la
inspectora Salazar se encontrará con un nuevo caso que hará que hurga, escarbe y
persiga a los criminales en su valle natural, Baztán. Esta vez se repiten
también los asesinatos en serie, pero con más saña si cabe, porque también
responde a un ritual que tiene un despiece del hombro como punto de partida.
Las
circunstancias de este segundo volumen tienen su origen en el primero, ya que
se dejaron sin resolver, de este modo se solapa mejor la acción. Los hechos de
nuevo giran en torno a la relación materno filial, madre-hija, con la novedad de que la
propia inspectora Salazar ahora se ocupa de Ibai, su niño. El círculo familiar
es el sostén del relato junto con los compañeros de la Foral (creo que le está
dando una imagen de modernidad al Cuerpo); por el otro lado, aparecen los
enemigos, quienes han alterado la paz del valle con sus crímenes, entre estos destaca poderosa la madre de la inspectora,
cuya traumática relación la ha marcado de por vida.
En este
volumen me ha gustado más el tratamiento que le da a la mitología, la asocia lúcidamente con los sueños, con el inconsciente, de modo que el instinto policial
adquiere más densidad y misterio. Sobre todo me ha parecido más verosímil la
idea de un mitología viva, interiorizada, por ser los descendientes de la
tierra que ocupamos. A su vez, la lucha entre el bien y el mal se traslada a
este plano, ya que Tártalo, el Polifemo vasco sirve al mal.
Humildemente
creo que esta novela lo mismo que en el Valle de Baztán podría desarrollarse en
le Valle de Salazar, o en Cintruénigo, pero le agradezco y estimo que haya
utilizado el valle en el que vivo, aunque soy forastero, para literaturizar la
realidad. Creo que la autora necesita la energía que emana este maravilloso valle
y sus gentes, tan enraizado en el pasado y con la mirada puesta en el futuro. Echo en falta literaturizar más el pueblo, las relaciones con los vecinos, con
las antiguas amistades, las esquinas de las calles, las plazas...que guardan
tantos recuerdos y apenas aparecen en el perfil emocional de la inspectora.
Tampoco se señala como se viven las festividades, ni se describe una cena en
una sociedad con los amigos o los partidos de rugby.
El
pasado vuelve constantemente y más con un personaje tan complejo como la
inspectora, pero fuera de las puertas de su hogar y de la comisaría la inspectora apenas rememora su pasado en relación a su pueblo, que como espacio literaturizado está íntimamente relacionado con la acción, lo
superfluo tal vez sea un lastre. ¿Qué monte vigila el fondo del pueblo, si se entra por
la calle Santiago en dirección a Errazu?, esa visión a mí me emociona y no soy de Elizondo. ¿Qué pasa con la
política local? ¿Dónde están las fuerzas vivas del pueblo? También tiene que
aparecer con más intensidad la actividad diaria, o tal vez no, asocio el
personaje del libro con una personalidad más pasajera que afincada; este
distanciamiento se justifica en la novela por la necesidad que tuvo la
inspectora de huir del pueblo por la amenaza materna.
Cada
autor maneja la narración como quiere y puede, Dolores Redondo ha escrito una
novela entretenida, y lo ha situado de nuevo en el Valle de Baztán. Es
muy meritorio y todos los baztaneses tienen que agradecer el trabajo de Dolores e impulsarlo, no por lo
necrológico (utiliza el género negro con acierto) sino porque abre un camino para que el turismo
del valle adquiera un nuevo impulso.
Al
final, la intuición de la inspectora más la ayuda del indefinible detective
americano, me gusta el misterio que envuelve a esta relación, consiguen resolver
la retahíla de asesinatos. Hay que buscar el origen para entender el problema,
situarlo e iniciar el camino de la investigación. Lee la novela Legado
en los huesos, la intriga te atrapará.
Tenía
ganas de leerme el segundo volumen de la trilogía de Dolores Redondo, sabía que
la lectura del libro me iba a enganchar, que estaría buscando el momento para
cogerlo y leerlo con ganas. Sin duda, el leer un libro sin que nos pesen los
párrafos y las hojas, por no decir las líneas, es sinónimo de calidad,
y El legado en los huesos la tiene. De nuevo la
inspectora Salazar se encontrará con un nuevo caso que hará que hurga, escarbe y
persiga a los criminales en su valle natural, Baztán. Esta vez se repiten
también los asesinatos en serie, pero con más saña si cabe, porque también
responde a un ritual que tiene un despiece del hombro como punto de partida.
Las
circunstancias de este segundo volumen tienen su origen en el primero, ya que
se dejaron sin resolver, de este modo se solapa mejor la acción. Los hechos de
nuevo giran en torno a la relación materno filial, madre-hija, con la novedad de que la
propia inspectora Salazar ahora se ocupa de Ibai, su niño. El círculo familiar
es el sostén del relato junto con los compañeros de la Foral (creo que le está
dando una imagen de modernidad al Cuerpo); por el otro lado, aparecen los
enemigos, quienes han alterado la paz del valle con sus crímenes, entre estos destaca poderosa la madre de la inspectora,
cuya traumática relación la ha marcado de por vida.
En este
volumen me ha gustado más el tratamiento que le da a la mitología, la asocia lúcidamente con los sueños, con el inconsciente, de modo que el instinto policial
adquiere más densidad y misterio. Sobre todo me ha parecido más verosímil la
idea de un mitología viva, interiorizada, por ser los descendientes de la
tierra que ocupamos. A su vez, la lucha entre el bien y el mal se traslada a
este plano, ya que Tártalo, el Polifemo vasco sirve al mal.
Humildemente
creo que esta novela lo mismo que en el Valle de Baztán podría desarrollarse en
le Valle de Salazar, o en Cintruénigo, pero le agradezco y estimo que haya
utilizado el valle en el que vivo, aunque soy forastero, para literaturizar la
realidad. Creo que la autora necesita la energía que emana este maravilloso valle
y sus gentes, tan enraizado en el pasado y con la mirada puesta en el futuro. Echo en falta literaturizar más el pueblo, las relaciones con los vecinos, con
las antiguas amistades, las esquinas de las calles, las plazas...que guardan
tantos recuerdos y apenas aparecen en el perfil emocional de la inspectora.
Tampoco se señala como se viven las festividades, ni se describe una cena en
una sociedad con los amigos o los partidos de rugby.
El
pasado vuelve constantemente y más con un personaje tan complejo como la
inspectora, pero fuera de las puertas de su hogar y de la comisaría la inspectora apenas rememora su pasado en relación a su pueblo, que como espacio literaturizado está íntimamente relacionado con la acción, lo
superfluo tal vez sea un lastre. ¿Qué monte vigila el fondo del pueblo, si se entra por
la calle Santiago en dirección a Errazu?, esa visión a mí me emociona y no soy de Elizondo. ¿Qué pasa con la
política local? ¿Dónde están las fuerzas vivas del pueblo? También tiene que
aparecer con más intensidad la actividad diaria, o tal vez no, asocio el
personaje del libro con una personalidad más pasajera que afincada; este
distanciamiento se justifica en la novela por la necesidad que tuvo la
inspectora de huir del pueblo por la amenaza materna.
Cada
autor maneja la narración como quiere y puede, Dolores Redondo ha escrito una
novela entretenida, y lo ha situado de nuevo en el Valle de Baztán. Es
muy meritorio y todos los baztaneses tienen que agradecer el trabajo de Dolores e impulsarlo, no por lo
necrológico (utiliza el género negro con acierto) sino porque abre un camino para que el turismo
del valle adquiera un nuevo impulso.
Al
final, la intuición de la inspectora más la ayuda del indefinible detective
americano, me gusta el misterio que envuelve a esta relación, consiguen resolver
la retahíla de asesinatos. Hay que buscar el origen para entender el problema,
situarlo e iniciar el camino de la investigación. Lee la novela Legado
en los huesos, la intriga te atrapará.
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