COMANCHERIA
La película Comancheria abre la puerta
a un nuevo western, me atrevería a calificarla como real, dura, y fiel a un
modo de entender la vida. A lo largo de la película vemos a los protagonistas
defendiendo orgullosos sus propios
valores de supervivencia, el film es
sobre todo una crítica al sistema bancario estadounidense que impide una vida mínimamente
digna al cowboy tejano.
Además, como la versión que vi estaba doblada en castellano latino,
similar al chicano, disfruté con un
matiz más verosímil de un entorno que me es ajeno.
La historia se centra en dos
hermanos, uno de ellos con un largo historial delictivo, que deciden atracar pequeños
bancos rurales para salir de la penuria
en la que viven e iniciar una nueva vida. Ambos se encuentran en una situación límite tanto personal como financieramente y deciden
romper con la legalidad que les arrastra a la miseria.
Se nos ofrece un retrato rural y humilde de Estados Unidos, esa poderosa nación que ha llamado la
atención de todo el mundo tras el triunfo en sus últimas elecciones de Donald Trump. En la película sin justificar
en ningún momento la violencia, que como siempre tiene sus víctimas inocentes, los dos hermanos atracan a punta de pistola en los pequeños bancos rurales
de la entidad a la que tienen que pagar
la hipoteca.
El comentario del abandono de los
pueblos tejanos nos lo ofrecen los propios protagonistas: “ todos los pueblos están muertos, vacíos sin nadie en las calles”, según
uno de los dos atracadores, o “ son pueblos con una mala programación en
la tele, una ferretería cara y una vieja cocinera gruñona en su único hostal” según el ranger mestizo.
Estamos ante un western crepuscular, paradójicamente
el retrato de un mundo que parece estar en las últimas pero que no encuentra su
fin. Impresionan las extensas praderas surcadas por cielos infinitos, un mundo
de cowboys con música country de Jhonny Cash
como seña de identidad, en la que los dos hermanos atracadores conducen con la
tensión del que se sabe perseguido, del
que está a la espera del golpe fatídico que acabe de un manotazo con su vida.
Y son dos viejos rangers, con un extraordinario Jeff
Bridges , que nos recuerda su papel en
el western “Valor de ley" de los hermanos Coen, quienes van de caza a vida o muerte en una sociedad violenta, acostumbrada
al uso de las armas. El tejano con botas de punta y sombrero vaquero alardea de
su valor por encima de todo, va de frente por la vida asumiendo la violencia
y utilizándola si es necesario. Por ello que un viejo ranger sobreviviente de
mil hipotéticos tiroteos intente dar caza a dos hombres al límite, enfrenta a la fuerza de la desesperación con la
sabiduría de quien está de vuelta de todo.
El cierre de la película es de
una templanza espectacular:
-Lo único que hemos heredado es
la miseria, que se extiende como una enfermedad de padres a hijos; los padres
de mis padres vivieron en la miseria como mis padres y nosotros, no quiero lo
mismo para mis hijos.
-Los que cayeron muertos en
vuestros atracos no se merecían un final así.
Creo que películas como esta pueden modernizar el western, encauzarlo y hacerlo creíble.
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