Se observa claramente que esta es una película de transición, donde Harry tiene que asumir el papel que se le asignó desde antaño, es el elegido. Pero como todo salvador será un incomprendido que se debate entre el mal y el bien, porque será un modelo de comportamiento, guía de los nuevos magos.
Nos encontramos con un personaje atormentado, enfermo porque no puede controlar sus instintos, son estos los que le controlan. Las visiones que ve son un preludio de lo que va a suceder, Harry es victima de su propio poder que le viene por naturaleza.Su poder no proviene de su tesón y constancia, del interés en determinada materia, su poder es una herencia que viene a perpetuar lo establecido. En este sentido la película es determinista, bajo todo el conglomerado de magia y estética vitcoriana nos encontramos con un héroe homérico que lucha abatido por los dioses, siendo él mismo un semidios.
La magia responde a la fuerza de los dotados como el dinero es recogido por los bolsillos de los que manejan los hilos del poder, ¿dónde queda la esperanza del cambio?. La lucha contra el mal parece justificarlo todo. ¿Pero no es el mal una de las dos caras de la realidad? El bien marca la poltrona de los poderosos y la complaciencia de los que se dejan dirigir, el mal es ese elemento externo, ajeno a la realidad diaria excepto en sus brotes más ingenuos.
En esta película nos encontramos con un Harry Potter mayor que se debate entre el bien y el mal, apareciendo como un semidios, el elegido, como si cada uno de nosotros estuviese de antemano elegido, preparado para la tarea que le es asignada por su propia naturaleza. Harry es resultado de una tradición inglesa que partiendo de una lectura propia de los clásicos, reivindica una imagineria jerarquizada donde el determinismo marca las pautas por encima de la educación, no somos libres sino victimas de nuestro ADN.Pero claro, siempre nos queda luchar contra el enemigo que se atreve a cuestionar nuestra forma de vida, nuestra libertad jerarquizada, nuestra democracia que sostiene los privilegios de los que antaño establecían las normas.
Harry en esta entrega no creo que pueda ser un modelo a seguir, ni siquiera a imitar, se está convirtiendo en ese superhéroe que nos recuerda a los personajes de los dibujos animados. Madurar es cambiar, asumir responsabilidades, no esperar a que la realidad nos acepté porque si no la liamos. Harry creo que remite a ese chico problemático que espera cambiar el mundo porque es diferente. Cuando a esa edad lo que necesitan los chavales son modelos reales, que les ayuden a superar sus miedos e inseguridades y les hagan funcionar en positivo. ¿Cuándo se acabará con toda esta bazofia? ¿ Cuándo comprenderemos que los adolescentes no necesitan modelos negativos que justifican su aislamiento remitiendo a una falsa singularidad que los demás no perciben?
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