como parte de mi paisaje personal,
del mismo modo que el hogar,
o la calle donde crecí.
La lejana playa,
a donde como el protagonista
de Quadrophenia
iba a tomar un respiro,
a mirar desde la distancia
mi situación personal
que no sabía cómo encauzar,
Saturrarán es uno de los escenarios
de mi juventud.
Asocio esta alejada playa
con las tardes de suave sol de invierno
que invitaban a desentumecernos
de los problemas cotidianos y a mitigar
nuestro desengaño adolescente ante la vida,
mecíamos la inquietud en las
suaves olas que rompían
con ímpetu nuestra
contenida e insatisfecha amargura.
Sabíamos que el antiguo Seminario Menor
había sido una cárcel de mujeres en la
postguerra, pero no podíamos
calcular el dolor que encerraban aquellas ruinas.
Nuestros mayores acaso por impotencia,
por miedo, por intuir los crímenes
que se realizaron, nunca nos hablaron
de la cárcel. El abandono
en el que conocimos el seminario,
la antigua cárcel, correspondía
con el silencio de su terrible historia.
Que el sufrimiento vivido
por tantas mujeres
no sea en vano,
que estén presentes en nuestra memoria,
que su dignidad ante el horror
sea un ejemplo para todos.
http://www.youtube.com/watch?v=n_67gF0mk0s
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