Tanto Asuntos pendientes como Diamond 13, son dos películas que tratan de las fuerzas de seguridad que custodian y protegen la integridad de los ciudadanos ante la amenaza de los delincuentes más peligrosos. En ambas los protagonistas son los policías y a partir de su actividad y de sus relaciones personales se muestra un submundo de corrupción e ilegalidad, pues actúan amparados por la ley pero con métodos ilegales.
No me acuerdo de cuando vi la película Asuntos pendientes, por lo menos hace un par de años, recuerdo que me encantó, sobre todo porque sin grandes alardes económicos, se conseguía un thriller con unos efectos demoledores: cuando el policía salta por la ventana con el criminal y utiliza el cuerpo de este para amortiguar el golpe contra el suelo, por ejemplo, estamos ante una metáfora, es una escena sorprendente que visualiza el modo de actuar de estos agentes y atrapa al espectador más ingenuo, todos nos reencontramos con la magia del cine. Ese mismo efecto especial aparece en Diamond 13, cuando el subinspector cruza el coche en la carretera tras una curva y provoca que el auto que se aproxima a toda velocidad salga dando una voltereta por los aires al intentar esquivarlo. La actitud suicida de los agentes descoloca a los malhechores porque rompen con las normas sin que les importe absolutamente nada la vida humana. Son dos ejemplos apabullantes que nos remiten a un modo de entender el cine negro: la falta de principios, el sobrevivir por encima de todo, la corrupción sin solución... son evidencias palpables que muestran como los polis están atrapados en una espiral que los ahoga porque ellos mismos actúan como unos delincuentes; incluso resultan más peligrosos que los criminales pues su instinto asesino es superior, son depredadores que logran sobrevivir a la violencia diaria.
En Asuntos pendientes vemos que Olivier Marchal es el director y cogüionista , y en Diamond 13 aparece como uno de los protagonistas estelares del film: interpreta el policía que trama dar un golpe a la mafia y a las autoridades corruptas tras una vida dedicada a mantener en el redil a los más malotes. También su hija aparece en ambas películas, en un papel secundario. Con todo, ambas están protagonizadas por un voluminoso Gerard Dépardieu, que actúa extraordinariamente bien: es como si su propio físico le delatase sin ningún remilgo, triplica casi su masa corporal (asusta el pensar en su nivel de colesterol) y está de vuelta de todo, pero sabe que su cuota de poder es su salvavidas y no está dispuesto a sacrificarse por nada ni por nadie. Tiene su propio código que le permite ganarse el respeto de los que quieren limpiarle el forro, es un tipo duro, y su vez un engranaje necesario del poder para frenar a la delincuencia. En Asuntos pendientes, aparece con un registro más afiliado, el personaje guiado por un instinto animal, utiliza los resortes de su cargo para competir con trampas con su colega de la "Brigada de investigación e intervención" y así conseguir el puesto de Director de Policía, personifica la ambición más descarnada y actúa como el más retorcido de los delincuentes. En Diamond 13, la contención del personaje es mayor, no participa de la corruptela de sus superiores, de los que ha sido un buen pretoriano,sino que se revela en contra de ellos; además muestra una faceta de galán venido a menos que, por su desbordante seguridad ante el mal, enamora a todas las mujeres que lo rodean.
Si en la primera película la historia gira en torno a la lucha de dos mandos policiales para hacerse con el poder de la comisaria, son los méritos en el campo de batalla los que garantizan el ascenso militar, el policía tendrá que comportarse como el más sagaz de lo criminales, pues sabe que en un momento dado se saltará la ley para solucionar determinados casos delicados. En la segunda, en cambio, no hay una confrontación tan real, se vuelve al arquetipo de Gary Cooper en Solo ante el peligro, aparece la figura del superpolicía con algunos kilos de más que puede con todo: es ágil como Van Damme cuando es necesario y listo como Holmes para seguir las pistas que su amigo va dejando; con todo, tal vez ahí radique la magia del cine, en la figura del superhéroe que con tanta contención y ternura interpreta Gerar Dépardieu.
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