Francia no sólo ha sido la cuna de movimientos políticos revolucionarios, sino también de una forma de entender el mundo a partir de la proyección de imágenes. El séptimo arte ha sido moldeado por las cosmovisiones, vanguardias y propuestas del país galo, desde Mélliès y Renoir, hasta Truffaut y Godard. El cine, como aspecto intrínseco del ser humano, no ha estado exento de la presencia del sexo, el placer y el erotismo, puesto que decenas de cineastas los han empleado como punto de cohesión en sus historias. Alejadas de aspectos pornográficos que inundan Internet hoy en día, el cine erótico francés transmite la sensualidad, la exploración de la sexualidad y las fantasías del placer a través de un acertado lenguaje cinematográfico. Con la maestría de grandes directores, una narrativa inmersiva y la exaltación del complejo voyeurista que todos llevamos dentro, el cine galo ha regalo grandes joyas eróticas a la humanidad. Algunas de ellas han pasado a la historia como parteaguas en la
Crítica personal peliculada