Acabo de ver la película de Scorsese y me ha gustado una enormidad, es un testimonio único- y me quedo corto en mi apreciación-, lo que no obvia para que a alguien le parezca un peñazo. Ay, la crítica pura y dura, yo me he dejado llevar por el entusiasmo y me he visto compensado.
El fin de semana que viene va a venir a actuar a Vitoria Bob Dylan, aquel cantautor que empezamos a oír cuando eramos adolescentes imberbes. La primera cinta que compré fue Desire, me resulta curioso como mucha gente habla del primer disco que compró, yo hablo del primer casete que compré. Si eres cuarenta años más joven que tus padres, un modo único de entender la vida se impone, y te tienes que abrir paso. Es así y no hay vuelta de hoja. En casa, mi padre tenía un viejo magnetófono que le regalaron abandonado en el trastero, nunca lo utilizamos, lo suyo era la radio. Bueno, recuerdos familiares; lo cierto es que en la tienda de flores y música de mi pueblo compré la cinta: de flores porque a la dueña le gustaban y veía negocio en el asunto, y de discos porque el marido era un músico aficionado a las giras por los pueblos, como más tarde demostró al organizar una banda con "gogos". La tienda se llamaba Lora-Soinuak, Flores y Sonidos, yo tenía 14 años y compré con mis ahorros Desire de Bob Dylan
Desire era conocido por Huracan, o Romance en Durango, sonaba en las máquinas de música de los bares, y en la Sala de juegos. Me gustó mucho todo el trabajo aunque no entendía la letra, como todavía hoy en día me ocurre; me fascinó aquella música que con tanta fuerza se apoyaba en la voz rota, quejosa del cantante que parecía decir tanto; el acompañamiento, sobre todo el violín le daba tal hondura al ritmo que transportaba a sensaciones desconocidas. Aún con todo, no me identifiqué por la edad, por el modo de entender la vida, con la cinta como, por ejemplo, años después lo haría con la obra de diferentes músicos: London Calling, The River, Ziggy Starddus, Led Zeppelin IV, New Sensations o Nevermind fueron discos emblemáticos que nos marcaron la juventud y nos permitieron reinterpretar la realidad, y sufrirla a nuestra manera.
Era tan joven... a un primo mío le encataba Bob Dylan, que junto a Paco Ibañez y Neil Diamond, era lo que escuchaba todo el día- también en cinta- en mis veranos en Fuenterrabia. Crecimos con la voz de Bob Dylan, ajenos a lo que nos decía, rasgada de guitarreos y acompañada por una hermosa banda que sonaba genial; tengo un especial recuerdo de la armónica, que con ese punto reflexivo, como de contrapunto, nos sumergió en la belleza en estado puro.
Después, durante los trepidantes años de nuestra juventud, Bob Dylan siempre pasó de refilón; tal vez Street Legal nos sedujo, a partir de ahí le perdí la pista. Todo el mundo decía que era un letrista genial, que había abierto nuevos caminos en el folk, hablaban de su aportación, de su genialidad. Yo no podía ser participe, porque sencillamente no le entendía; y como yo la mayoría, excepto alguno, por supuesto: en la cuadrilla había dos que entendían el inglés y lo utilizaban, incluso habían estado en Inglaterra perfeccionando su inglés. ¿Ignorancia? Si, porque no admitirlo. Hoy en día entiendo algo más y mejor, lo leo bastante. Bueno, así va la vaina.
Lo cierto es que como va a venir al Festival Azkena de Vitoria vamos a verlo, y como ya anteriormente me había planteado conocer sus letras, he estado estos últimos días escuchando la música de Dylan y leyendo sus poemas en versión castellana, además siempre se aprende algo de inglés. Y me ha gustado enormemente, la verdad que he disfrutado.
Sobre todo me he dado cuenta de la importancia de la voz en Dylan, toda la banda se subordina a su voz. Aunque parezca un disparate, salvando las distancias, claro está, me ha recordado a Morente en su soberbia orquestación de Omega, o al Camarón en La leyenda del tiempo. La voz abarca todo, y la música lo va puliendo hasta conseguir el crisol necesario, la expresividad buscada, el efecto que restituye la fuerza de la tonalidad; así consigue ir más allá, crear un estilo y dar una visión personal, única de la realidad, compartiendo con nosotros sus experiencias.
Es curioso, que como bien se ve en la película No direction home, en Newport cuando Pete Seeger quiere desenchufar los cables el motivo que alega es que no entendía la letra, ni falta que hacía: se buscaba otro efecto en una época que las buenas palabra habían perdido su valor. Le abucheaban a Bob Dylan llamándole traidor porque había innovado, había creado una banda y hacía folk con guitarras eléctricas; que por otra parte, ya utilizaban en la música Country, la aparición de Jonny Cash así lo avala.
La película me ha parecido esclarecedora, ofrece la trayectoría de Bob Dylan desde sus inicios en su ciudad natal, allá en Minnesotta, y su desarrollo como artista; todo ello explicado -de nuevo, claro está, como con la musica, por la voz- por el propio protagonista. La película nos acerca a Bob Dylan; es más, somos confidentes del cantante por la proximidad de las tomas y el tono con el que habla, parece hablarnos en la hora del café en nuestra salita, es extraordinario.
Así, el Dylan mayor explica, de un modo cercano y sencillo, clarificador y testimonial diría otro, su evolución. Y como todo testimonio indica pequeños detalles que nos permiten entender al personaje: "En mi ciudad hacía tanto frío que impedía tener un criterio propio, comprometido, sobre la realidad", "cuando comencé no ambicionaba la fama, sino expresarme". Vemos a un joven con inquietudes que se inicia en la música con la guitarra, al parecer de su padre, que encontró en su casa. En la adolescencia no sabía lo que iba a ser, no tenía nada claro su futuro.
La película se divide en dos partes; en la primera se nos muestra su origen, una frase le define: "Me sentía ajeno a mi entorno, por lo que no me costó alejarme". Tan distanciado estaba que empezó a crear un nuevo modo de hacer frente a la realidad, se reinterpretó. Cogió el nombre de Dylan del poeta irlandés, pero sin mucho convencimiento, luego sabremos que en Minessota había una larga tradición antisemita. Se fue a Nueva York a seguir los pasos de Jonny Gutry. Empieza a tocar en el Village, y se volcó en lo que le gustaba. En la segunda parte, vemos como primero aprende el oficio, a utilizar la voz y la guitarra, y después poco a poco, ayudado por el entorno, va creando su propio estilo; no se puede olvidar que era muy joven cuando grabo su primer disco, tenía veinte años.
No direction home es un testimonio sin par porque el propio protagonista nos cuenta la historia, a su vez aparecen una serie de personajes que ahondan en lo dicho por Dylan y permiten entender el contexto en la que se produce. El detalle de lo que sucedió con La casa del sol naciente de Eric Bardon, autentico himno de nuestra juventud, es solo un botón de muestra. Por ejemplo, se nos relata su aprendizaje de la guitarra, o se explica su concepción de la música mostrándonos toda una serie de cantantes que influyeron en él porque era lo que la mayoría folk escuchaba, vemos que Bob Dylan es resultado de la cultura musical americana. En este aspecto la película es un compendio de música americana, Bob Dylan es hijo de una tradición que él recoge y hace suya para encontrar su estilo, su voz, y trasladar a la sociedad el mensaje que él cree necesario hacer llegar. Es el icono de la juventud norteamericana en una época de profundos cambios, marcada por una sociedad en guerra, donde los jóvenes no quieren ir a morir por intereses que, aunque nacionales, les son ajenos.
Aunque en la película se llegué a cuestionar los motivos que le llevaron al cambio, a dejar de ser el portavoz de una juventud sin futuro según los cánones tradicionales; se insinúa que se volvió comercial, que no se implicó lo necesario, nos llega el mensaje de que Bob Dylan antepuso su persona a todo lo que se le quiso imponer, siguió su camino "como un canto rodado" Like a Rolling Stone. Bob Dylan en aquella época era un gran artista y se reinventó sintiéndose cómodo en el personaje en constante cambio que creaba, hasta que muchos que habían estado con él empiezan a exigirle actitudes, compromisos, modos... En la película se palpa la soledad de Bob Dylan; es el centro de todo, pero a su vez se le ve distante, sobre todo a partir del inicio de la época eléctrica, sigué otros caminos, otras experiencias. Lo que me ha gustado es la fidelidad a sí mismo, la cabezonería, la constante búsqueda de un artista, en todos esos aspectos es genial
En definitiva, un documental enorme, recomendable para todos aquellos que quieren entender e iniciarse, nunca es tarde, en la obra de unos de los mayores creadores contemporáneos.
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