Saturrarán me viene a la mente como parte de mi paisaje personal, del mismo modo que el hogar, o la calle donde crecí. La lejana playa, a donde como el protagonista de Quadrophenia iba a tomar un respiro, a mirar desde la distancia mi situación personal que no sabía cómo encauzar, Saturrarán es uno de los escenarios de mi juventud. Asocio esta alejada playa con las tardes de suave sol de invierno que invitaban a desentumecernos de los problemas cotidianos y a mitigar nuestro desengaño adolescente ante la vida, mecíamos la inquietud en las suaves olas que rompían con ímpetu nuestra contenida e insatisfecha amargura. Sabíamos que el antiguo Seminario Menor había sido una cárcel de mujeres en la postguerra, pero no podíamos calcular el dolor que encerraban aquellas ruinas. Nuestros mayores acaso por impotencia, por miedo, por intuir los crímenes que se realizaron, nunca nos hablaron de la cárcel. El abandono en el que conocimos el seminario, l
Crítica personal peliculada