Después de pasar los últimos diez años en Argentina, el bueno de Cundo vuelve a su pueblo en la cuenca minera de Asturias para asistir al entierro de su mejor amigo, Suso. Al parecer, Cundo se fue del pueblo para iniciar una nueva vida, en su primera juventud vivió al límite (dicen que se metía de todo) hasta que un buen día se marchó. Atrás quedaron su familia, sus amigos y su tierra, en cambio, su mejor amigo, Suso, no se fue con él, se quedó verlas venir. Después de diez años uno ha muerto y el otro todavía no ha encontrado el sosiego necesario para rehacer su vida. La película La torre de Suso es tanto una historia de reencuentros, de dolor y espíritu de superación, un homenaje a los amigos que se quedaron en el camino, como un grito de solidaridad a aquellos que por su situación temen inicar una nueva vida. La historia emociona, está rodada para los que nos fuimos y para los que se quedaron en el pueblo; de repente tenemos que recoger la ropa, resguardarnos de
Crítica personal peliculada