A veces el desasosiego emerge con nostalgia y miedo, como una oscura ballena desde las ciegas profundidades para rascar su lomo en la quilla del barco que se aleja... y como oscuro cetáceo que es sigue rumbo a la playa por las cristalinas y cálidas aguas de la superficie, donde la corriente de su propia muerte lo lleva a los blancos arenales para quedar encallado entre los alegres bañistas de fin de semana. Que más da, de nuevo una sensación de torpeza, de cobardía, me recorre como un escalofrío con la leve percepción del ridículo, que más allá del qué dirán me desconcierta por su descabellado propósito de llenar de pisadas el asfalto de los caminos imaginados. De nuevo caigo en ese falso espejismo, tropiezo de bruces como el que busca la redención, con la misma falsa ingenuidad, que se repite en su etéreo exceso, en su inocente ambición, de quien rodeada de atenciones y halagos se siente sola porque todavía no ha llegad
Crítica personal peliculada